Quiso acariciarlo un poco más, pero sus piernas, ya instaladas en la felicidad celestial, obraron como por acto divino, y se mantuvieron inmóviles, permitiendo que aquel trance lujurioso acabara con prosperidad.
Sucumbid, desde aquel día jamás sería la misma muchacha de belleza virginal, porque su cuerpo albergaba la magia de saberse completa y libre. Por fin podría sonreir al recordar que siendo la esencia y el alma de cada circunstancia pudo desplegar sus alas y volar hacia al el abismo del primero amor.
Vivid cada segundo como si fuera él último...
2 comentarios:
vicio..
qieres probar?!
Nyaaa que lindoo n.n hermozas sus palabras Doncella...
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