Jamás había sentido el frío de tal forma, pasivamente atacando su cuerpo sin temor al rechazo. Hirió cada forma de vida en él, rompiendo todo esquema de normal calor. Detuvo cada latido sin censura, cubriendo cada partícula de su ropa, penetrando lentamente y evitando cualquier tipo de protección, para congelar cada centímetro de su piel y hacerlo comprender que no habría forma de volver atrás...
El frió congelo su cuerpo y su alma, demostrándole que la insensatez y la perfección de lo natural puede herir mucho más si no se valora el poder de su maldita tempestad.